Leo en El Mundo de ayer que en una residencia de ancianos compartían habitación dos personas con el mismo nombre, y al fallecer uno de ellos, los responsables de la residencia avisaron por error a los familiares del otro, que enterraron el cadaver que les entregaron convencidos de que era su familiar.
Tras el entierro, al acudir a la residencia a recoger los efectos personales de su pariente, se lo encontraron vivito y coleando tomando un café con leche.
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